La indebida impunidad de las creencias religiosas. Parte 2

En Noruega se produjo en el mes de marzo, una conferencia de paz musulmana. 

Durante el transcurso de la misma, el presidente de Islam Net, Fahad Ullah Quresh preguntó a los concurrentes, un grupo heterodoxo de pacíficos musulmanes, si ellos se sentían radicales o extremistas.

Nadie levantó la mano.

Fahad inicia su oratoria solicitando a los camarógrafos que enfoquen al público asistente.

Luego comienza su oratoria de la siguiente manera:

Cada vez que invitamos a una conferencia, cada vez que invitamos a un orador nos acusan siempre de lo mismo:
"Este orador apoya la pena de muerte para los homosexuales" "Este orador apoya la pena de muerte para este u otro delito"  "este orador es un homófobo, oprime a las mujeres, etc, etc, etc"

Siempre lo mismo, una y otra vez sin parar.

Y nosotros intentamos siempre decirles, yo intento siempre decirles "Mirad, no es el orador que nosotros invitamos quien tiene estas ideas radicales o extremas como ustedes dicen, estas son ideas generales que todo musulmán tiene. 

Todo musulmán cree en estas cosas.

No les cuentan nada de eso ni tampoco los medios se ocupan de estos temas, pero eso no significa que no crean en ello. 

Así que ahora os pido lo siguiente (dirigiéndose al público)

Todos en esta sala, ¿cuántos de vosotros sois musulmanes corrientes, no sois extremistas ni radicales, solo musulmanes sunitas corrientes. levantad la mano todos, 

(la gran mayoría lo hace, aunque uno de la primera fila tiene cara de dudar o capaz que estaba distraído como cuando a uno le preguntan algo en la escuela justo cuando estaba por arrancarle las alas a una mosca que había capturado de un reglazo) 

Bien, ahora manos abajo.

¿Cuántos de vosotros estáis de acuerdo en que hombres y mujeres deberían sentarse de manera separada?

Levantad la mano por favor. 

(Ahora sí levantan la mano todos, sin la menor duda sin atisbo de vacilación, incluso el distraído de la pregunta anterior, que la levanta rapidísimo como para mostrar que no quedaría nuevamente en falsa escuadra)

Todos levantaron la mano, hermanos y hermanas- Prosigue el conferencista recalcando lo obvio para la posteridad-  Entonces no es solo este Jeque radical -afirma en tanto la cámara señala a un señor de barba vestido de blanco que seguramente debe ser el jeque radical y que asiente pensativo. 

Entonces otra pregunta: ¿Cúántos de vosotros estáis de acuerdo en que los castigos descritos en el Corán y la Sunna da lo mismo que muerte, lapidación por adulterio o cualquier otra cosa si viene de Alá o su Profeta son los más idóneos castigos para la humanidad y deberíamos introducirlos en todo el mundo?

Levanten las manos.

(Se levantan todas las manos de los participantes, aunque algunas de ellas no con el islámico entusiasmo que un buen devoto esperaría. La cámara muestra ambas alas del salón para que pueda apreciarse la unanimidad con la que se respaldó la idea de que en todo el mundo deberían lapidarse mujeres adúlteras y homosexuales.)

Todos de acuerdo - Observa atinadamente el conferencista y califica a su audiencia con lo que él interpreta como sarcasmo, pero yo veo como brutal honestidad- Todos vosotros sois extremistas radicales.

Vosotros sois musulmanes corrientes, ¿todos vosotros vais a las diferentes mezquitas de Noruega o pertenecéis a alguna secta islámica o algo de eso?

¿Es así o no es así? Por favor, levantad la mano si pertenecéis a alguna secta islámica.

(Nadie levanta ni el dedo índice) 

¿Nadie? ¿Cuántos de vosotros pertenecéis a mezquitas sunnitas corrientes? Levantad la mano por favor.

Todos levantan la mano al parecer menos uno que se cruzó de brazos. Seguro que no iba a mezquita alguna o no era sunnita. 

¿Y qué van a decir ahora los políticos? ¿Qué van a decir ahora los medios? 

¿Que todos nosotros somos extremistas? ¿Que todos nosotros somos radicales?

¿Deberíamos ser todos deportados de este país?

 

Lo interesante de este video es que exhibe claramente que lo que entendemos como extremismo islámico, o islamismo radical, no es en realidad más que la pureza en la manifestación de una religión que se basa en un libro escrito hace 1500 años. Tal vez los musulmanes que pertenecen a alguna secta minoritaria y extraña, sean contrarios a la lapidación o a la amputación de miembros como castigo. Tal vez haya una secta olvidada que entienda que la pena de muerte es injustificable. Pero eso no aplica a los musulmanes comunes. 

Si en la asamblea de un sindicato todos los miembros se manifestaran a favor de lapidar a las mujeres adúlteras incluso tras una violación, es posible que fuera noticia. Es posible que recibiera condenas terminantes de todo tipo de organizaciones de defensa de los derechos humanos, de organizaciones feministas, de variopintos colectivos anónimos. 

Pero cuando semejantes afirmaciones se hacen en el marco de una fe religiosa, parecen quedar ante la opinión pública, plenamente justificadas.

Una vez más, la creencia, insistimos, convierte en respetable cualquier abuso. 

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